(los cientos son sombra de un cielo dormido), como resultado
aparece esa cuestión inefable de una solitaria imagen-creación:
sucedió, alas angeladas nos dieron este invierno y mientras juego a escribir,
me han dicho que la muerte no soporta cierta lógica, entonces, se me termina la tarde nacarada, y cae el dolor a cuentagotas, hasta derribarme, marearme y renacerme en promesas que ruedan verosímiles, d i a r i a m e n t e.
No hay comentarios:
Publicar un comentario