Ya, la ironía de mis sueños no son un fundamento beckettiano, porque tiene mucho sentido, así como cuando se estrella un cigarrillo contra la pared para rogarle a la gravedad caer sobre una prenda tersa. Él no se puede quitar la ternura de la piel. Él quiere a todo el mundo en su contra. Él vive a 2550 msnm. Hagan el favor de preguntar: por qué lo he extrañado. Ay, si supieran el efecto de cinco libros prestados, o de creer que entendemos, porque no entendemos nada. Ya, él se molesta por tanta alegría efímera, le jode asomarse a la ventana y encontrarme ahí, con razones suficientes para morir un poco menos. Ahora, paradoja, paradoja.
Los hombres son el mismo hombre, perpetuado, lastimado, amargado y finalmente lucificado, pincelazo final del pintor, nihilista, escritor: Luis A. Martínez. Las pinturas reflejan las entrañas de la tierra. Entonces, qué es esto de escribir, si en realidad es un acto del ego, un ego compartido.
"En la realidad los cajones conceptuales no existen, todo se engrapa" -HC.
jueves, 28 de julio de 2011
jueves, 21 de julio de 2011
Entrañable
A veces me cuestiono si en realidad las contraseñas figuran la existencia de una puerta o por qué no una ventana, en todo caso, madera o vidrio, ambos frágiles: (no) nos deparan un futuro promisor. Sé que la distancia nos obliga a pensar un poco más, o por qué no un poco menos y al contrario, nos permite sentir un deshabituamiento atroz. Algo se ha roto entre ella y él, la repisa en la que sin querer coleccionaban compendios de tristeza, el polvo ha construído murallas y miradas. Lo exigüo de sus conversaciones redimió tanta soledad lacónica, propio de un clima donde el ser humano, entre tanto paisaje y semblanza crea su propia forma de abrigarse. Como siempre los libros legitiman nuestra esperanza en declive, y las paredes son galerías de cuadros y pinturas exquisitas, tanto tiempo ha transcurrido, y este ángel no ha volado.
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