A veces me cuestiono si en realidad las contraseñas figuran la existencia de una puerta o por qué no una ventana, en todo caso, madera o vidrio, ambos frágiles: (no) nos deparan un futuro promisor. Sé que la distancia nos obliga a pensar un poco más, o por qué no un poco menos y al contrario, nos permite sentir un deshabituamiento atroz. Algo se ha roto entre ella y él, la repisa en la que sin querer coleccionaban compendios de tristeza, el polvo ha construído murallas y miradas. Lo exigüo de sus conversaciones redimió tanta soledad lacónica, propio de un clima donde el ser humano, entre tanto paisaje y semblanza crea su propia forma de abrigarse. Como siempre los libros legitiman nuestra esperanza en declive, y las paredes son galerías de cuadros y pinturas exquisitas, tanto tiempo ha transcurrido, y este ángel no ha volado.
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